sábado, 4 de octubre de 2014

INSTITUTO DE LA VERA-CRUZ

LA MUSA, EL ÁNGEL Y EL DUENDE / Un brote joven del añoso árbol
Sunny Montoya MURAL 04 DE OCTUBRE 2014

El Instituto de la Vera-Cruz cumple 65 años de estar en Guadalajara; la congregación religiosa que le infunde su espíritu es la de las Mercedarias Misioneras de Berriz, nacidas del tronco de la Orden de Nuestra Señora de Las Mercedes, fundada en el siglo 13 con el fin de que sus miembros, monjes y militares a la vez, se dedicaran a la redención de los cautivos cristianos que se encontraban en las mazmorras de los musulmanes, que entonces ocupaban gran parte de España.
Al poco tiempo surgió la rama femenina, para dedicarse a conseguir el dinero de los rescates mientras que los monjes se dedicaban a negociar la liberación de cautivos con los moros.
Andando el tiempo, Isabel la Católica liberó Granada, el último bastión musulmán en la península Ibérica, y se terminaron los cautivos y sus rescates; entonces, adaptándose al momento, los mercedarios optaron por diversos apostolados, entre ellos el trabajo con los presos. Por su lado, las mujeres se convirtieron en monjas de clausura, luego fueron evolucionando para dedicarse a diferentes obras.
Uno de estos monasterios de vida contemplativa fue el de Berriz, un pueblito cercano a Bilbao, que para el siglo 20 ya tenía un internado; a éste llego una jovencita: Pilar Maturana, emberrinchada porque su madre la había metido interna para alejarla de una joven marino. Al poco tiempo entró en el convento y ya con el nombre de Margarita llegó a directora del mismo.
Gracias a la visita de un misionero, el celo por ayudar prendió, primero en las alumnas y después en las monjas, de tal manera que una vez cubiertos todos los trámites que la Santa Sede requería, el pequeño monasterio se convirtió en el Instituto de las Mercedarias Misioneras de Berriz.
En 1948 llegan a Guadalajara tres hermanas, Bertha Salazar, española, y dos mexicanas que hicieron época en el colegio: Pilar Reynoso y Piedad González Luna. Iniciaron en una casa, por Av. Vallarta, y en 1952 se estrenó el edificio que es su sede actual.
Las Mercedarias Misioneras de Berriz están convencidas de que son "llamadas a ser signo de la ternura y de la Merced de Dios para los más débiles" (http://www.mmb-esp.net/) y es ese espíritu el que pretenden infundir en sus alumnas.
Recuperando el espíritu liberador de Pedro Nolasco, fundador de la orden, el punto de partida de su proyecto educativo es la libertad, una libertad que nace de la interioridad, por ello tienen un proyecto que lleva a las alumnas a desarrollar la capacidad de entrar en contacto consigo mismas, y ahí, en lo más profundo, descubrir que el único que realmente libera es Cristo, y que si no somos libres cada uno de nosotros, jamás podremos ayudar a los demás a que se liberen.
Forman mujeres que trascienden esto; que son capaces de vivir como mujeres íntegras, plenas y comprometidas con ellas mismas y con la sociedad, desde un acercamiento a las personas que viven en situaciones desfavorables, para así transformar la exclusión de nuestros pueblos.
El 24 de septiembre, día de La Merced, nos reunimos a festejar el cumpleaños del colegio. Fue una experiencia única reconocer a antiguas compañeras, a quienes fueron mis alumnas, a las monjas que siguen al pie del cañón, pero sobre todo darnos cuenta que quienes están a cargo de la formación de las alumnas han sabido conservar el viejo carisma mercedario y hacerlo comprensible para quienes hoy, en este mundo revuelto, acuden a esas aulas por las que tantas pasamos.
Gran lección esta, de mi colegio: la capacidad de conservar los viejos y universales valores que han llenado y dado sentido a tantas vidas, y saberlos adecuar tanto a las personas como a los tiempos que nos ha tocado vivir. ¡Gracias, y muchos días de estos mi Vera-Cruz!

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